Torneo de Robótica Educativa. By Fundación ASTI
Desafío internacional de robótica para alumnos de Bachillerato, Formación Profesional y Universidad.
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“ASTI Challenge permite a los alumnos enfrentarse a situaciones parecidas a las del mundo laboral”

“ASTI Challenge permite a los alumnos enfrentarse a situaciones parecidas a las del mundo laboral”

Uno de los roles más destacados en el ASTI Robotics Challenge es el que desempeñan los profesores que organizan y preparan a los equipos que participan en el certamen. Hablamos con Raquel Ariza, profesora del IES “Arquitecto Ventura Rodríguez” sobre el proceso de preparación de los alumnos y el trabajo que han de desarrollar hasta el día de la competición.

El punto de partida es el desarrollo de un proyecto desde cero. A partir de ahí, cuenta Ariza, “los alumnos van a tener que superar diferentes pruebas como: la creación de logos y nombre que represente al equipo, la edición de vídeos, la difusión en las redes sociales, la búsqueda de formas para financiarse, calcular  y ajustarse a un presupuesto, la planificación de cada trabajo para llegar con el proyecto terminado a la fecha establecida, la elaboración del diseño 3D del robot y sus piezas auxiliares, y por último, el montaje y la programación del mismo”. 

Según esta profesora, que lleva varios años preparando equipos y participando en el certamen, la gran diversidad de tareas permite a los alumnos buscar en ellos mismos su mejor habilidad, lo que les hacer sentir bien, incluso a aquellos que nunca destacan en el colegio. “Cada uno elige un rol en el equipo y se distribuyen las tareas para cada fase”. Asumir cada una de las tareas planificadas ayuda a los alumnos a trabajar en equipo y a establecer las ideas que conformarán la filosofía o identidad del grupo. Una característica que, para Raquel Ariza, es esencial para que los profesores les conozcan más en diferentes facetas.

Una de las actividades en las que han de poner más foco y esfuerzo es en la elaboración de un vídeo de presentación original y de calidad, demostrando la capacidad de expresión oral del equipo, algo esencial en el mundo en el que vivimos actualmente. A ello se suma la presencia y participación activa en las redes sociales, no solo para la difusión de sus mensajes y materiales, sino también para buscar a otros equipos y analizar qué ideas han desarrollado.

Otro de los puntos importantes es la elaboración de los presupuestos, lo que conlleva una aplicación directa de las matemáticas. Pero, sobre todo, planificando tareas, costes y demás, lo que, a juicio de Ariza, es muy importante hoy: “Los alumnos deben valorar lo que cuesta ganar dinero y cómo financiar su proyecto”.

No hay que olvidar el montaje del robot, que es una parte clave del concurso, ya que en ella los estudiantes comprueban que todo lo que se ha diseñado encaja a la perfección. En esta etapa, Ariza destaca el aprendizaje que realizan sobre el valor que cobra cada componente en el robot, además de la necesidad de buscar información e interpretar circuitos electrónicos para, después, crear los suyos propios y poder programar el robot. “La programación ayuda a los alumnos a organizar su mente de forma lógica, permitiéndoles aplicar y organizar conocimientos matemáticos que han ido adquiriendo a lo largo de los años”, subraya la profesora.

El profesor es un guía

Aunque es uno de los eslabones más importantes en la cadena, Ariza señala que el rol del profesor es el de “un mero seguidor, evaluador y motivador”, acompañando a los estudiantes en el proceso de enseñanza y facilitándoles programas que se pueden utilizar en cada fase. “Les guiamos en el cómo deben desarrollar los trabajos”, para lo que les ofrecemos una rúbrica de cómo y el qué se va a valorar en cada etapa.

“Los alumnos están muy motivados en clase, tienen claro lo que han de conseguir en un determinado tiempo, se ayudan entre equipos y eso enriquece la convivencia y lo mejor de todo son los abrazos cuando logran que su robot haga aquello para lo que se le ha programado, por poco que sea”, apunta Ariza, quien confiesa que esos momentos solo se pueden vivir en el aula de tecnología.

“Cuando veo los abrazos y gritos de alegría en el aula, siento que tengo el trabajo que más compensa en el mundo”. Una alegría que se convierte, según resalta, en un “subidón de adrenalina” cuando los alumnos comprueban el día del concurso que sus robots superan las prueba sin importarles la puntuación recibida.

La competición de ASTI Robotics Challente es la “mayor recompensa” que pueden tener los alumnos tras un curso de trabajo y esfuerzo. Es una gran oportunidad para mostrar su robot desde cero. Pero, lo más importante, en su opinión, es que permite a los estudiantes enfrentarse a situaciones parecidas a las que se van a encontrar en la vida laboral”, pues -añade- les aporta saber tomar decisiones en equipo en muy poco tiempo y aceptar los resultados, sean afortunados o no. Aprenden, en definitiva, a asumir los errores y a cambiar la estrategia como en la vida misma.

La oportunidad de concursar también sirve para aprender de los demás y mejorar los robots con los que los alumnos compiten. En este sentido, Raquel Ariza recuerda que cuando acudieron al primer certamen de ASTI Robotics Challenge, los robots que presentaron respondían a diseños muy básicos como chasis de madera, dos motores y cientos de cables alborotados. Poco a poco y con la ayuda económica que se consigue, todo esto ha ido cambiando en sucesivas ediciones.

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